Una puerta es más importante que su picaporte, pero sin picaporte no se abre la puerta.
En la vida sucede igual, un elemento menor puede tener la clave de uno mayor y lo minúsculo desencadenar lo incontrolable.
Los detalles no solo informan, sino que mandan mucho y cuando actúan en el terreno emocional nunca son neutros.
Las cosas son el nombre que les das, pensamos en palabras, los ladrillos de nuestro edificio mental son ellas a pesar de que no siempre sepamos apreciar el bálsamo que atesoran.Los gestos, palabras mudas, detalles poderosos, picaportes afectivos que franquean el umbral de la gloria o la desolación.
Unas cejas que se elevan o una caricia que se pide y no se recibe desbordan elocuencia.
Pero cuidado, porque si nos confundimos con el mejor y más preciso lenguaje, el verbal,con más razón podemos equivocarnos. No siempre el emisor y el receptor estan en la misma onda, conviene por tanto no despreciar el valor de los detalles y poner tanto cuidado en ellos como cuando redactamos un e-mail, porque en uno y otro campo lo pequeño es grande.
Después cruzar una caricia, que es gratis.
